Es un día cualquiera, son las ocho menos veinte y voy hacia el instituto. Como cada mañana, estoy en el autobús, con los cascos puestos. Sin embargo hoy hay algo diferente. Esto es: Hoy todo el mundo está con su media naranja. Estoy rodeada de parejas. Parejas que se besan, se abrazan, se cogen de la mano. Me quito los cascos y observo este extraño momento. Sí, todos están en emparejados, sonrientes, bromean, se abrazan, intercambian gestos tiernos, quedan por la tarde. Y yo estoy sola, aquí observandolos. Siento una punzada en el corazón. Pero los que más me llaman la atención son  una pareja que tengo en frente, que no dejan de besarse, haciendo ese molesto ruidito de fondo. Oigo claramente el sonido de sus labios y siento el irrefrenable impulso de separarlos. Hasta que no llego a mi parada, no me doy cuenta de que no solo había parejas. Había cuatro o cinco como mucho. Lo único que pasaba es que solo me fijaba en ellas. Pero cuando bajo llevo esa nueva sensación, un dolor, una añoranza.....

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